miércoles, 25 de enero de 2017

Notas del 2016

El encierro al principio fue difícil de aceptar, a los 3 meses ya comenzaba a adaptar no sin tener un par de preciadas. El ambiente de alfombra y aire acondicionado por más de 8 horas me provocaron enfermedades que desconocía o que no presentaba desde hacía ya 10 años.
Lo más difícil fue la convivencia constante con otros seres humanos o no tan humanos. En mis años como estudiante podía evitarlo si quería o hablar sólo con un par para trabajar en equipo pero aquí el equipo era de 12 personas con las cuales no tenía nada en común. El estrés volvió afectando directamente mi estómago. Además del agotamiento en el trabajo debía convivir con una persona más al salir del trabajo. La convivencia se tornó mala cuando el silencio se apoderó de nuestros días. Yo estaba ya tan acostumbrado al silencio de mi abuela y su sordera y ahora era todo lo contrario, ruido por las paredes y de mi compañera. Yo no podía hacer ruido porque inmediatamente desataba el cólera. Descubría que la zona donde vivía a demás de ser super accesible estaba llena de personas poco agradables. El aroma que se respiraba no inspiraba confianza y creo este se coló por la puerta donde entraba diversos bichos rastreros. Finalmente después de pasar un fin de semana en Acapulco decidí que era tiempo de volver a casa.
El cambio fue bueno para resolver el problema del estrés que se había apoderado de mi estomago. Un par de demonios se presentaron ante mi pero no les permití adentrarse en mi vida. Uno de amistosa mascara se coló y causó un par de desperfectos en mi recién recuperada tranquilidad pero no pasó a mayores. Conocí los famosos prismas Basálticos y el parque de los Dinamos. Mi economía mejoró y la idea de viajar volvió. Para mi cumpleaños decidí iniciar el día en una playa de Veracruz. En compañía de mi mejor amigo visitamos Tajín, habíamos soñado tanto con llegar a este lugar. Sólo que ahora las diversas responsabilidades nos habían distanciado. Bastante gente se distanció, pero nuevas personas llegaron. La soledad me sienta bien y como dicen es adictiva. Intenté dejarla un poco y conocer nuevas personas pero no me atraparon lo suficiente como para quedarme así que inevitablemente volví a ella.
Viajé a Mérida ya con el bolsillo repuesto y decidida a pasarla bien. Fue un viaje corto pero me llenó de energía para seguir trabajando y salir del encierro más seguido.
Uno de mis principales deseos al final del año fue ahorrar lo suficiente para visitar de nuevo el viejo continente. Espero que sí lo logremos a pesar de los desafortunados resultados en las elecciones del país vecino que seguro afectarán la economía de todos.

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